1. Introducción: El Profeta del Purismo y la Seducción de la Utopía Reaccionaria
1.1. Monolito de Contradicciones
En el vasto y a menudo árido paisaje del pensamiento político español contemporáneo, la figura de Antonio García-Trevijano Forte se erige como un monolito de contradicciones fascinantes. Orador hipnótico, jurista de formación enciclopédica y activista infatigable, García-Trevijano construyó, especialmente durante las últimas décadas de su vida, un edificio teórico —la Teoría Pura de la República— que ha servido de refugio intelectual para una legión de descontentos con el Régimen del 78. Sin embargo, bajo la pátina de un rigorismo intelectual insobornable y una supuesta superioridad moral, yace una doctrina que, sometida al escrutinio de la ciencia política empírica y la historia comparada, revela profundas fisuras estructurales, falacias lógicas y una peligrosísima tendencia hacia el bloqueo institucional y el elitismo autoritario.
1.2. Autopsia Política
Este informe no pretende ser una biografía, sino una autopsia política. Se busca diseccionar la obra y el pensamiento de García-Trevijano no desde la animadversión personal, sino desde la exigencia académica y el análisis de datos. La tesis central que atravesará estas páginas es que el planteamiento trevijanista, lejos de constituir una vanguardia democrática, representa una forma de «utopía regresiva»: un intento de imponer modelos decimonónicos (el jacobinismo francés y el formalismo constitucional estadounidense de 1787) sobre la compleja realidad sociológica del siglo XXI, ignorando doscientos años de evolución en la teoría del Estado, la sociología de partidos y la ingeniería constitucional.
1.3. La Seducción
La seducción de su discurso radica en su simplicidad maniquea: la distinción absoluta entre «democracia» (su modelo) y «oligarquía» (todo lo demás). Al definir la democracia de manera tan restrictiva —exigiendo separación de poderes en origen y representación uninominal pura—, García-Trevijano logra un efecto retórico devastador: deslegitima la realidad existente sin necesidad de mancharse con la gestión de sus imperfecciones. Pero, ¿resiste este purismo el contacto con la realidad empírica? ¿Es cierto que la corrupción es sistémica únicamente en los regímenes parlamentarios de listas? ¿Garantiza el distrito uninominal la lealtad del diputado al elector? A lo largo de este análisis exhaustivo, demostraremos que la respuesta a estas preguntas es un rotundo no, y que la aplicación de sus recetas conduciría a España hacia una inestabilidad crónica similar a la que asola a las repúblicas presidenciales latinoamericanas o a la polarización paralizante de los Estados Unidos actuales.
2. El Contexto del Autor: Del Fracaso Político a la Teología Constitucional
Para comprender la Teoría Pura, es imperativo entender la trayectoria de su arquitecto. Antonio García-Trevijano no fue un académico de torre de marfil, sino un actor político de primer orden que, tras ser derrotado en la lucha por el poder durante la Transición, sublimó su fracaso en una teoría que deslegitimaba a los vencedores.
2.1. El Notario de la Ruptura Fallida
García-Trevijano desempeñó un papel crucial en la oposición antifranquista. Como artífice de la Junta Democrática y coordinador de la Platajunta, su objetivo era la «Ruptura Democrática»: un corte limpio con la legalidad franquista que diera paso a un periodo constituyente. Su activismo fue notable y arriesgado, sufriendo detenciones, retirada de pasaporte y amenazas físicas, incluyendo un intento de atropello y ametrallamiento orquestado, según sus testimonios, por sectores del régimen.
Sin embargo, su estrategia de ruptura total fracasó frente a la vía reformista de Adolfo Suárez y el consenso de los partidos clandestinos (PCE, PSOE) que optaron por la reforma pactada. Aquí nace el resentimiento fundacional de su teoría: la convicción de que la Transición no fue un pacto entre españoles, sino una «traición» de las élites partidistas a la libertad política. Esta narrativa de la «traición original» es la que sustenta su desprecio por la Constitución de 1978, a la que niega cualquier legitimidad democrática, calificándola de «carta otorgada».
Es crucial notar la rigidez de su pensamiento: García-Trevijano no acepta grados de democracia. O existe la «libertad política» (definida bajo sus estrictos términos) o se vive en una dictadura de partidos. Esta visión binaria ignora la realidad de las transiciones exitosas a nivel global, donde los pactos entre élites del antiguo régimen y la oposición son a menudo la única vía incruenta hacia la democracia, como demuestran los datos de Freedom House y V-Dem sobre la calidad democrática española comparada con rupturas violentas.
2.2. Las Sombras de Guinea y la Ambición de Poder
Un capítulo oscuro, a menudo minimizado por sus acólitos pero esencial para entender su praxis política, es su intervención en la descolonización de Guinea Ecuatorial. García-Trevijano redactó una constitución para Guinea y asesoró a Francisco Macías Nguema. Aunque él defiende su actuación como un servicio técnico y patriótico para facilitar la independencia frente a las trabas del Ministerio de Asuntos Exteriores franquista, la historia posterior de Guinea —bajo la brutal dictadura de Macías— arroja sombras sobre su criterio político.
El hecho de que un teórico de la «libertad política» colaborase en el ascenso de uno de los regímenes más sanguinarios de África sugiere una desconexión preocupante entre su teoría constitucional abstracta y las realidades sociopolíticas concretas. Revela, asimismo, una tendencia al «decisionismo» y al elitismo: la creencia de que un jurista brillante puede diseñar una nación desde un despacho, ignorando las estructuras sociales subyacentes, un error que repetiría en su análisis de España.
2.3. La Construcción del Mito del «Luchador Solitario»
Tras ser apartado del juego político de la Transición (en parte debido a las maniobras del PSOE y a la campaña de desprestigio en su contra), García-Trevijano se retiró a la «sociedad civil», cultivando una imagen de profeta en el desierto. Su retórica se tornó apocalíptica: «No esperéis nada bueno salvo las ilusiones de este sistema… la democracia está en ciernes».
Esta posición le permitió mantenerse impoluto. Al no participar en el sistema (promoviendo la abstención y negándose a formar un partido político electoral), nunca tuvo que enfrentar sus ideas a la prueba de la gestión pública o el compromiso parlamentario. Su teoría permaneció «pura» precisamente porque nunca se aplicó. Este aislamiento reforzó su dogmatismo: sin el feedback de la realidad política, sus conceptos se osificaron en verdades absolutas, inmunes a la refutación empírica.

3. Deconstrucción de la ‘Teoría Pura de la República’: Los Cuatro Pilares de Barro
La obra de García-Trevijano, sintetizada en Teoría Pura de la República, descansa sobre cuatro pilares fundamentales que él presenta como axiomas científicos indiscutibles. A continuación, someteremos cada uno de estos pilares al análisis crítico de la ciencia política contemporánea.
3.1. El Fetichismo de la Separación de Poderes en Origen
El dogma central del trevijanismo es que la democracia solo existe si hay una separación rígida de poderes en origen. Esto significa que el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo deben emanar de elecciones distintas y tener legitimidades separadas e independientes. Según esta visión, el parlamentarismo (donde el Ejecutivo emana del Legislativo) es una «confusión de poderes» que deviene inevitablemente en corrupción y tiranía de partido.
3.1.1. La Falacia de la «Separación» vs. «División»
García-Trevijano realiza malabarismos semánticos distinguiendo entre «separación» (origen distinto) y «división» (funciones distintas). Argumenta que en el parlamentarismo solo hay «división de funciones» dentro de un único poder estatal oligárquico. Sin embargo, esta distinción es teórica y no se sostiene ante la evidencia empírica de los controles y contrapesos (checks and balances) efectivos en las democracias parlamentarias avanzadas.
En sistemas como el británico, el alemán o el escandinavo, aunque el gobierno emana del parlamento, existen poderosos controles:
- Control Judicial: Tribunales Constitucionales independientes (no elegidos por cuotas partidistas directas en el mismo grado que denuncia Trevijano, aunque este sea un punto de fricción real en España).
- Oposición Parlamentaria: La institución del «Líder de la Oposición» y los gabinetes en la sombra.
- Mecanismos de Censura: La capacidad de derribar al gobierno sin destruir el sistema.
Trevijano ignora que la «fusión» parcial de poderes en el parlamentarismo es una característica de diseño para garantizar la gobernabilidad, no un defecto.
3.1.2. Los Peligros del Presidencialismo (La Crítica de Juan Linz)
La propuesta de García-Trevijano de un Ejecutivo elegido directamente por el pueblo, separado del Legislativo, nos lleva directamente al modelo presidencialista. Aquí, el autor omite negligentemente décadas de ciencia política que advierten sobre los riesgos sistémicos de este modelo, magistralmente expuestos por el sociólogo Juan Linz en su seminal trabajo The Perils of Presidentialism.
El Problema de la Doble Legitimidad
En el sistema propuesto por Trevijano, tanto el Presidente como el Parlamento pueden decir: «Yo represento al pueblo». Cuando estas dos legitimidades entran en conflicto (por ejemplo, un Presidente de derecha y un Parlamento de izquierda), no existe un mecanismo democrático para resolver la disputa.
- En el parlamentarismo, el impase se resuelve disolviendo el parlamento o censurando al gobierno.
- En el presidencialismo rígido, el conflicto se enquista. Esto conduce a:
- Parálisis Institucional: El gobierno no puede legislar ni aprobar presupuestos (ej. los shutdowns en EE.UU.).
- Ruptura Constitucional: El Presidente, frustrado, intenta gobernar por decreto o disolver ilegalmente el congreso (frecuente en América Latina), o el Congreso intenta un impeachment dudoso.
La rigidez de los mandatos fijos, que Trevijano celebra como estabilidad, es en realidad una trampa. Un presidente que pierde el apoyo popular o se revela incompetente no puede ser removido hasta el fin de su mandato, dejando al país en un limbo de desgobierno o polarización extrema. La historia de América Latina, laboratorio del presidencialismo inspirado en EE.UU., es un cementerio de democracias quebradas precisamente por esta rigidez que Trevijano propone como solución mágica para España.
Tabla 1: Comparativa de Riesgos Institucionales
| Característica | Modelo Parlamentario (Actual) | Modelo Trevijanista (Presidencialista Puro) |
| Origen del Ejecutivo | Indirecto (Parlamento) | Directo (Elección separada) |
| Resolución de Conflictos | Flexible (Moción de censura / Disolución anticipada) | Rígida (Mandato fijo / Bloqueo / Impeachment) |
| Riesgo Principal | Inestabilidad de gobierno (cambios frecuentes) | Inestabilidad de Régimen (Golpes, quiebras constitucionales) |
| Legitimidad | Unitaria (Parlamento como sede de soberanía) | Dual (Choque de legitimidades) |
3.2. El Mito del Distrito Uninominal y la Representación «Verdadera»
El segundo dogma de fe trevijanista es el sistema electoral: la elección de diputados mediante distrito uninominal mayoritario a doble vuelta. Su argumento es que solo así el diputado representa a sus electores y no al jefe del partido que confecciona la lista. «¡El diputado de distrito!», claman sus seguidores como si fuera el bálsamo de Fierabrás.
3.2.1. La Tiranía del «Winner-Takes-All» y el Voto Desperdiciado
El sistema uninominal (utilizado en Reino Unido, EE.UU., Francia) implica que en cada distrito solo gana uno. Si el Candidato A obtiene el 51% y el Candidato B el 49%, el 49% de los votantes de ese distrito se queda sin representación. A nivel nacional, esto genera distorsiones brutales. Un partido puede obtener el 40% de los votos nacionales y el 60% de los escaños, mientras que un tercer partido con el 20% de los votos dispersos puede quedarse con 0 escaños.
García-Trevijano desprecia la proporcionalidad como un concepto matemático irrelevante para la libertad política. Sin embargo, en una sociedad plural y fragmentada como la española, el sistema uninominal silenciaría sistemáticamente a las minorías ideológicas y territoriales dispersas. Partidos como Izquierda Unida (en su momento) o partidos liberales/centristas minoritarios desaparecerían del mapa, forzando un bipartidismo artificial que no refleja la sociología del país.
3.2.2. Gerrymandering: La Manipulación Geográfica
Trevijano idealiza la conexión elector-elegido, pero ignora la patología más grave del sistema de distritos: el gerrymandering. Quien dibuja las fronteras del distrito decide la elección. En Estados Unidos, los partidos manipulan los mapas con precisión quirúrgica («packing» y «cracking») para crear distritos seguros donde la competencia es nula.
En estos «distritos seguros», el diputado no tiene incentivos para moderarse o atender al votante medio; su único miedo es perder las primarias ante un candidato más radical de su propio partido. Esto fomenta el extremismo y la polarización, justo lo contrario de la «libertad colectiva» que Trevijano predica. Importar este sistema a España, con su historial de caciquismo (que el propio sistema uninominal del siglo XIX fomentó, como bien señaló Joaquín Costa y se cita en los contraargumentos), sería un suicidio democrático.
3.2.3. El Clienteleísmo Localista (Pork Barrel Politics)
Lejos de elevar el debate nacional, el diputado de distrito tiende a convertirse en un conseguidor de recursos para su pequeña circunscripción (pork barrel). La política se fragmenta en cientos de intereses locales egoístas en lugar de visiones de Estado. El diputado no vota en conciencia sobre el bien común, sino sobre qué subvención puede llevar a su pueblo para ser reelegido. La visión romántica de Trevijano de un parlamento de «notables» independientes es una quimera en la era de los partidos de masas y los grupos de presión globales.
3.3. La Demonización de los Partidos y la «Partitocracia»
García-Trevijano utiliza el término «Partitocracia» (u «Oligarquía de Partidos») como un epíteto para describir la totalidad del mal político. Según él, los partidos estatales secuestran la voluntad popular y anulan la sociedad civil.
3.3.1. La Inevitabilidad Funcional de los Partidos
Esta visión ignora la función sociológica esencial de los partidos. Como demostró Giovanni Sartori, en sociedades de masas complejas, los partidos son herramientas indispensables de agregación de intereses. Sin partidos que estructuren las demandas, la política se convierte en un caos de voces atomizadas ingobernable o en el dominio de corporaciones y poderes fácticos no electos.
Trevijano sueña con una «sociedad civil» pura que se representa a sí misma. Esto es una falacia. La sociedad civil no es un ente homogéneo y bondadoso; está atravesada por conflictos de clase, religión e ideología. Los partidos canalizan estos conflictos de manera pacífica. Pretender expulsar a los partidos del Estado y de la elaboración de listas es volver a un liberalismo censitario de notables del siglo XIX, donde solo aquellos con recursos propios (o financiados por grandes capitales) pueden hacer política.
3.3.2. Corrupción: ¿Sistémica o Cultural?
El argumento de que el «Estado de Partidos» es intrínsecamente corrupto es desmentido por los datos. Los índices de corrupción de Transparency International muestran que los países con sistemas parlamentarios proporcionales (Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia) son sistemáticamente los menos corruptos del mundo. Por el contrario, muchos sistemas presidencialistas con separación de poderes (EE.UU., Brasil, México) tienen niveles de corrupción iguales o superiores.
La corrupción no es una consecuencia mecánica del sistema electoral de listas, sino de la falta de transparencia, la impunidad judicial y la cultura política. El diagnóstico de Trevijano es erróneo: cambiar el sistema electoral no eliminará la corrupción si no se fortalecen los mecanismos de control que ya existen en el parlamentarismo pero que en España funcionan mal por la politización de la justicia (un problema real que Trevijano identifica correctamente, pero para el cual ofrece una solución equivocada).
3.4. La Abstención Activa: Una Estrategia Hacia la Irrelevancia
La herramienta táctica propuesta por el MCRC es la Abstención Activa: no votar para deslegitimar el régimen. Trevijano sostiene que sin un mínimo de participación, el régimen cae moral y políticamente.
3.4.1. La Indiferencia del Poder ante la Abstención
La ciencia política es clara al respecto: no existe un umbral de participación mínima para la legitimidad legal de una democracia. En las elecciones presidenciales de EE.UU., la participación ronda históricamente el 50-60%. En elecciones locales o europeas, a menudo baja del 40%. ¿Se han disuelto esos gobiernos? No. El sistema sigue funcionando.
Las élites políticas interpretan la abstención no como un rechazo revolucionario, sino como apatía, satisfacción pasiva o pereza. Al abstenerse, el seguidor de Trevijano se convierte en un «polizón» (free rider): deja que otros decidan por él.
3.4.2. El Efecto Boomerang
La abstención selectiva de los críticos más formados e ideologizados (el perfil del trevijanista) tiene un efecto perverso: aumenta el peso relativo del voto clientelar y de los aparatos de partido que sí movilizan a sus fieles. Lejos de debilitar la «partitocracia», la abstención activa la consolida, entregando el 100% de los escaños a los partidos con el apoyo de una fracción menor del censo. Es una estrategia de auto-marginación que garantiza que las ideas republicanas nunca tengan voz en las instituciones. Estudios sobre boicots electorales en regímenes híbridos demuestran que la participación estratégica de la oposición suele ser más efectiva para erosionar al régimen que el boicot, que tiende a aislar a la oposición.

4. La Estética del Autoritarismo: ‘Ateísmo Estético’ y la Coherencia Reaccionaria
No se puede entender al Trevijano político sin el Trevijano estético. Su obra Ateísmo Estético es un ataque frontal al arte moderno, al que acusa de haber perdido la conexión con la Verdad y la Belleza para convertirse en mercancía y fraude.
4.1. El Rechazo a la Modernidad
Trevijano desprecia las vanguardias del siglo XX. Para él, el arte debe representar una realidad objetiva y trascendente. Esta visión es profundamente coherente con su política: en ambos campos, Trevijano busca Verdades Absolutas.
- En política: Hay una «Forma» verdadera de República (la suya).
- En arte: Hay una «Forma» verdadera de belleza (el clasicismo, el renacimiento).
Este esencialismo es incompatible con la modernidad líquida, plural y subjetiva. Su crítica al arte moderno revela un elitismo cultural que desprecia la democratización del gusto y la experimentación. Trevijano quiere legislar sobre la estética con la misma rigidez con la que quiere legislar sobre la constitución. Es la visión de un hombre que no tolera la incertidumbre ni el relativismo, prefiriendo refugiarse en un pasado idealizado (Donatello, Miguel Ángel) antes que enfrentar la complejidad del presente.
5. El Revisionismo Histórico: Mitos Fundacionales
La Teoría Pura se apoya en una lectura sesgada de la historia, particularmente de la Revolución Francesa y la Transición Española.
5.1. El Espejismo Jacobino
García-Trevijano idolatra el momento revolucionario francés, pero desprecia la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789 por considerarla «metafísica» y carente de garantías de poder. Su análisis ignora que fue precisamente la obsesión jacobina por la «unidad de poder» y la «voluntad general» (Rousseau) lo que condujo al Terror.
Al criticar el parlamentarismo inglés (que evolucionó gradualmente hacia la democracia) y alabar la ruptura francesa (que acabó en la dictadura de Napoleón), Trevijano muestra su preferencia por la estética de la revolución sobre la ética de la libertad concreta. Prefiere una constitución geométricamente perfecta que falla, a una constitución consuetudinaria «impura» que garantiza libertades reales durante siglos.
5.2. La Transición: ¿Éxito o Fracaso?
Su insistencia en que la Transición fue un fracaso absoluto choca con la realidad socioeconómica. España pasó de ser una dictadura autárquica a una democracia plena (según estándares globales) con un estado del bienestar robusto y libertades civiles avanzadas. Negar estos logros y reducir todo a «corrupción oligárquica» es un insulto a la memoria colectiva y al esfuerzo de generaciones de españoles que, con el voto y el consenso, construyeron un país habitable, lejos de las trincheras de la Guerra Civil que la «ruptura» de Trevijano amenazaba con reabrir.
Tabla 2: Indicadores de la Evolución Española (1975-Actualidad)
| Indicador | Dictadura / Inicio Transición | Régimen del 78 (Actualidad) | Interpretación Trevijanista | Realidad Empírica |
| Libertades Civiles | Inexistentes | Plenas (Matrimonio igualitario, expresión) | «Falsa libertad» | Avance radical y tangible. |
| PIB per cápita | Bajo/Medio | Alto (Economía avanzada) | Irrelevante (Oligarquía económica) | Prosperidad generalizada. |
| Integración Global | Aislamiento | UE, OTAN, Eurozona | Pérdida de soberanía | Modernización y estabilidad. |
6. Conclusión: El Peligro de los Salvadores de la Patria
La obra de Antonio García-Trevijano es un monumento a la inteligencia desvinculada de la realidad. Su Teoría Pura de la República ofrece un diagnóstico seductor: «Usted no es libre, le han engañado, yo tengo la llave de la verdad». Es un mecanismo psicológico poderoso para quienes se sienten excluidos de la política.
Sin embargo, sus recetas son veneno.
- Su separación de poderes conduciría al bloqueo y al conflicto civil institucional.
- Su sistema electoral eliminaría la pluralidad y fomentaría el caciquismo local.
- Su estrategia abstencionista garantiza la perpetuación de lo que dice combatir.
García-Trevijano no fue un demócrata en el sentido moderno y liberal del término; fue un republicano autoritario, un platónico que amaba la «Idea» de la República más que a los ciudadanos reales que deben habitarla. Su legado es una advertencia sobre los peligros del purismo en política: quien exige una democracia perfecta e inmaculada, suele acabar despreciando la única democracia posible, que es siempre imperfecta, sucia, negociada y humana.
España no necesita profetas que prometan el paraíso republicano tras un apocalipsis constituyente. Necesita reformas técnicas, aburridas y graduales: despolitizar el CGPJ, reformar la ley electoral (hacia modelos mixtos como el alemán, no el uninominal puro), y mejorar la transparencia. Pero eso, claro está, no tiene la épica de la «Teoría Pura». Y quizás por eso, Trevijano sigue fascinando: porque la ficción siempre es más hermosa que la política.
















