Paneles fotovoltaicos en tejados y baterías: por qué no bastan para Canarias
Introducción
La teoría suena perfecta: si llenamos los tejados de las islas con paneles fotovoltaicos en tejados y baterías, podremos cubrir toda la demanda eléctrica de Canarias sin parques renovables “en el suelo” ni grandes infraestructuras. Es una idea seductora por su simplicidad, porque apela a la autosuficiencia doméstica y a una estética amable. Pero, cuando pasamos del eslogan al sistema eléctrico real, la propuesta no cierra las cuentas ni en potencia, ni en energía, ni en estabilidad.
A continuación explico, con detalle y con ánimo pedagógico, por qué esa promesa no es factible y qué alternativa coherente y fiable sí permitiría alcanzar un 100% renovable en Canarias.
La teoría simplista de “solo tejados y baterías”
El planteamiento sostiene que, si desplegamos masivamente fotovoltaica distribuida y dotamos a cada vivienda de almacenamiento, el agregado cubrirá las necesidades de todo el sistema. La propuesta evita hablar de curvas de demanda, variabilidad, operación en islas y resiliencia. Es justo ahí donde aparecen los límites: la electricidad no es solo energía anual; es potencia instantánea, calidad de suministro y seguridad.

Por qué no es factible (y dónde están los límites)
1) Escala y superficie disponible
La electricidad insular no se decide en un tejado promedio, sino en picos de demanda que se concentran a horas concretas y con fuerte estacionalidad turística. No todos los tejados son útiles: hay sombras, orientaciones subóptimas, edificios históricos, comunidades sin azotea practicable y viviendas en altura. Además, la potencia por metro cuadrado es limitada. Aunque el autoconsumo es imprescindible, el agregado de tejados no alcanza por sí mismo para cubrir potencia punta y energía en días críticos.
Idea clave: el sistema necesita flexibilidad y respaldo a escala de red, no solo generación distribuida dispersa.
2) Variabilidad diaria, estacional y meteorológica
La fotovoltaica produce cuando hay sol. Por la noche, cero. En invierno, menos horas. En episodios de calima, nubosidad o anticiclones persistentes, el recurso cae durante varios días. El sistema no puede apoyarse en la esperanza de “mañana hará más sol”. Hace falta almacenamiento de distinta duración y otras tecnologías renovables complementarias (como la eólica, que a menudo sopla cuando el sol se esconde).
Idea clave: no basta con desplazar horas; hay que cubrir también días con baja generación.
3) Baterías: potencia ≠ energía
Las baterías domésticas almacenan pocas horas de consumo y están optimizadas para autoconsumo diario. El sistema necesita capas de almacenamiento: segundos–minutos (servicios de frecuencia), horas (desplazar mediodía a la noche), y días (rachas de baja producción). Pretender que solo baterías residenciales resuelvan todas las escalas es ineficiente y carísimo. Además, la vida útil y el envejecimiento por ciclos obligan a reponer equipos con frecuencia, lo que encarece el coste total a nivel sistema.
Idea clave: el almacenamiento “one size fits all” no existe; cada escala requiere su tecnología y su diseño.
4) Estabilidad y seguridad en sistemas aislados
Canarias es un sistema eléctrico aislado (o cuasi-aislado por islas). Sin grandes interconexiones, la estabilidad de frecuencia y tensión es crítica. Los inversores fotovoltaicos no aportan inercia física; la red necesita capacidad de cortocircuito, black-start y control de tensión. Esto se resuelve con inversores grid-forming, condensadores síncronos y almacenamiento capaz de dar servicios de sistema, no solo kWh. Una constelación de baterías domésticas mal coordinadas no sustituye estos requisitos.
Idea clave: la calidad del suministro exige ingeniería de sistema, no solo suma de prosumidores.
5) Red, equidad y costes ocultos
La generación distribuida masiva exige reforzar redes de baja y media tensión, gestionar inversiones y operar flujos bidireccionales. No todas las familias pueden pagar el autoconsumo; la transición debe ser justa y no cargar los peajes en quienes no tienen tejado. Los costes de sistema (red, operación, reservas) no desaparecen por repartir placas: cambian de forma, y alguien debe financiarlos.
Idea clave: la transición debe ser socialmente justa y técnicamente financiable.
6) Resiliencia ante riesgos reales
Canarias convive con calima, salinidad, viento, orografía y episodios extraordinarios (erupciones, incendios). Un sistema basado casi en exclusiva en tejados es más frágil ante fenómenos extendidos. Hacen falta nodos robustos, almacenamiento centralizado, generación renovable diversificada y protocolos de arranque en negro para recuperar el sistema tras una perturbación mayor.
Idea clave: la seguridad de suministro es un bien público; debe diseñarse redundante y robusto.
Cómo sí: un sistema 100% renovable, coherente y fiable para las islas
1) Mezcla inteligente de tecnologías renovables
- Eólica terrestre y marina (donde sea ambientalmente compatible): complementa a la solar y aplana la curva neta.
- Fotovoltaica en tejados (autoconsumo y comunidades energéticas) y en plantas bien ubicadas con diseño paisajístico y medidas de biodiversidad.
- Aprovechamientos locales: biogás de residuos, microhidráulica donde exista, e incluso geotermia si los estudios lo avalan.
Clave: diversificar para reducir la dependencia de un solo recurso.
2) Almacenamiento por capas (“stack” de duraciones)
- Baterías a escala de red y distribución: segundos–horas, servicios de frecuencia, desplazamiento día–noche.
- Bombeo hidroeléctrico (almacenamiento gravitatorio): horas–días, gran capacidad energética, alta eficiencia y resiliencia.
- Almacenamiento de larga duración (LDES): hidrógeno verde, amoniaco, térmico (sales u otros). No operan cada día, pero salvan las rachas de baja generación.
Clave: cada tecnología hace “lo suyo”; juntas cierran el balance en días buenos y malos.
3) Flexibilidad del lado de la demanda
- Desalación, bombeos de agua y frío industrial como cargas flexibles.
- Tarifas dinámicas y agregadores que movilicen consumos cuando hay abundancia renovable.
- Vehículo eléctrico y, a medio plazo, V2G: almacenamiento móvil coordinado, no anárquico.
Clave: mover demanda es más barato que sobredimensionar generación.
4) Red robusta y operación moderna
- Reforzar redes y enlaces interinsulares donde sea viable, para compartir excedentes y respaldos.
- Inversores “grid-forming”, condensadores síncronos y centros de control con pronósticos avanzados.
- Planificación con mapas ambientales, participación local y beneficios en el territorio (canon, empleo, autoconsumo social).
Clave: la red es la columna vertebral; sin ella no hay transición justa ni fiable.
5) Gobernanza y mercado que alineen incentivos
- Subastas diferenciadas por tecnología y servicio (energía, capacidad, flexibilidad).
- Comunidades energéticas y compensación a barrios vulnerables.
- Estándares de reciclaje y segunda vida de baterías.
Clave: buen diseño regulatorio = costes contenidos y aceptación social.
Conclusión
Los paneles fotovoltaicos en tejados y baterías son parte esencial del futuro, pero no son “el” sistema. En un archipiélago aislado y exigente como Canarias, necesitamos mezcla renovable, almacenamiento por capas, red fuerte y flexibilidad. Esa combinación sí nos permite un 100% renovable con seguridad, precios razonables y territorio cuidado. Las soluciones simples tranquilizan, pero la realidad eléctrica exige ingeniería, planificación y justicia social.
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